31 de octubre del 2019
Lugar: Auditorio CMMAS
En esta época de "big data", la documentación, la recolección de datos, la oferta, el aprovechamiento y la compraventa de información y sus múltiples usos y abusos parecen haber desterrado las largamente reflexionadas cuestiones acerca de lo verdadero, lo falso, lo subjetivo y lo objetivo. En su lugar, nos encontramos ante la más apremiante cuestión de cómo está siendo manejada, y con qué fines.
En este contexto, quizá no nos sorprenda demasiado que el antiguo paradigma del arte como medio para transmitir algún tipo de mensaje haya cedido ante la más reciente idea (aunque, a la hora de buscar antecedentes, tampoco podemos obviar a San Agustín) del arte como algo que propicia una experiencia. Y aquí, debemos añadir que, si bien el mensaje se origina en quien lo transmite (con independencia de los Nudos de R. D. Laing y compañía), la experiencia pertenece, sin ninguna duda, a quien la experimenta. Así, más que propiciar una experiencia, quizá sería más exacto decir que el arte ayuda a crear las circunstancias para ella; es decir, para una experiencia que llamaremos "arte" en la medida en que hayamos decidido de antemano (como diría Morse Peckham) tener una "experiencia artística".
Ante este paradigma artístico-experiencial, cabe preguntarse ¿qué es, exactamente, lo que retrata un retrato sonoro? La misma palabra "retrato" parecería remitirse a un concepto de mímesis cuya relevancia nos parece menos que patente a estas alturas. No obstante, remite igualmente a la idea de la subjetividad —tanto del artista que elabora el retrato como del subjeto [¿te interesa conservar esa "b" en "subjeto"?] al que retrata—, y de ahí llegamos sin mucha dificultad a la afirmación de que la documentación es, en realidad, la construcción de una narrativa. La idea de una documentación "objetiva" se derrumba desde el momento en que se acepta la presencia de un sujeto documentador (véase el observer effect y su incidencia en la física cuántica).
Para poder ofrecer una respuesta útil a esta pregunta ("no necesito la verdad, me sirve igualmente bien una buena hipótesis" reza un viejo truismo científico), antes debemos ver, de forma muy resumida, cómo se hacen estos retratos. El primer paso es identificar el lugar en el que se va a trabajar. El segundo es juntar a los músicos que han de participar en el proceso; preferiblemente alguno(s) del mismo lugar y otro(s) de fuera. El tercero es visitar el lugar y realizar una serie de grabaciones sonoras ("de campo") que constituirán, en conjunto, uno de los dos materiales principales de la obra. Terminadas estas grabaciones, se procede a extraer de ellas las partes que mejor funcionarán en el contexto de la obra sonora final. Luego, los músicos (todos ellos improvisadores) elaboran juntos una serie de improvisaciones musicales en las que los
fragmentos de las grabaciones juegan una gran variedad de papeles. De hecho, los fragmentos de las grabaciones constituyen uno de los dos elementos principales de estos retratos, mientras que el otro recae en la contribución musical de cada participante. Y es aquí donde encontramos la respuesta a nuestra pregunta, específicamente en los criterios que guían a los participantes a la hora de contribuir, mediante la imprivisación, a la conformación de los retratos.
Hemos de tener en cuenta que estos músicos estarán presentes en el momento de realizar las grabaciones de campo, y también que alguno(s) serán originarios de los lugares donde se realicen. Su presencia, más su experiencia musical y su creatividad, influirán directamente en cómo reaccionen a las grabaciones cuando aparezcan en el discurso musical que estén elaborando como retrato. Así, criterios puramente sonoros o musicales —los ritmos, la dinámica, los espectros de frecuencia, la densidad, duración y regularidad o irregularidad de las texturas de cada fragmento grabado, etc.— se combinan con otros que nacen de los recuerdos que cada uno tiene del lugar, momento y situación en que se grabaron, además de la manera en la que cada músico se asocia con esos sonidos, especialmente si es natural del lugar.
Esta combinación de reacciones puramente musicales con otras más de índole afectiva subyace en las decisiones de cada participante a la hora de elaborar el discurso. Así, no ha de sorprendernos que lo que realmente se está retratando sean las experiencias de los creadores sonoros ante el lugar elegido, su realidad y su cotidianeidad. No se trata, pues, de una semejanza del lugar, sino de la plasmación sonora de un conjunto de experiencias, recuerdos y decisiones cuyo propósito, lejos de cualquier interés mimético, será propiciar en los oyentes la posibilidad de construir sus propias experiencias y reflexiones.
Wade Matthews (La Chapelle - Saint-Mesmin, Francia, 1955)
Tras doctorarse en composición por la Columbia University de Nueva York con una tesis sobre la improvisación con medios electroacústicos, realizada en el Columbia-Princeton Electronic Music Center, se instala en Madrid, donde se dedica a pensar, sirviéndose indistintamente del sonido (la libre improvisación con síntesis digital y grabaciones de campo, la composición y los retratos sonoros que lleva elaborando desde 1985) y de la palabra (la escritura y la reflexión verbal, incluidas conferencias, clases magistrales y talleres). Viaja incansablemente, lee todo lo que puede y colabora con otros músicos, bailarines, artistas plásticos e investigadores del mundo sonoro. Ha presentado su música en conciertos y festivales en 20 países, incluidos el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, el Teatro Colón de Buenos Aires, el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile y el Centro Nacional de las Arte de México, además de grabaciones para la BBC, France Culture, RTVE, la SODRE y sus propios discos en sellos británicos, estadounidenses, españoles, portugueses, etc. Es autor de Improvisando. La libre creación musical (Turner, 2012), de once tomos de la Historia de la Música Deutsche Grammophon, y recientemente, de Insulas, un libro disco con retratos sonoros de las Islas Canarias. Ha sido editor invitado y co-autor del nº 10 de la revista Doce Notas Preliminares, Improvisación. Crear en el momento; y del nº 151 de la Revista de Occidente, La Música en nuestros días, y ha publicado artículos en revistas especializadas como La Balsa de la Medusa (nº 49), Kunstmusik (nº 5) y Quodlibet (nº 68).
Darío Bernal Villegas (1978)
Baterista, compositor e improvisador formado en México y Londres. Figura activa en la escena mexicana de música improvisada. Ha colaborado con músicos de la talla de Wade Matthews, Eddie Prevost, Thanos Chrysakis, Wilfrido Terrazas, Le Quan Nihn, Mazen Kerbaj, entre otros. Actualmente trabaja con el colectivo de improvisadores mexicano Generación Espontánea, el trío audiovisual Aves de Rapiña, la banda de danzas de pueblos existentes e inexistentes Nabuzenko y las Lágrimas del Cíclope Llorón, banda de free dance. Se ha presentado en Francia, Reino Unido, y España. En Octubre de 2011 sale su primer disco solista “A Distant Drum”, en el netlabel Audition Records, donde se presentan una serie de piezas improvisadas para batería, erizo drum, objetos y radio. Con el sello inglés Aural Terrains ha grabado cuatro discos: “Palimpsesto”, “instant-cascade-distant”, “ENANTIO_ΔΡOMIA” y “ΠΑΡΑΛΛΑΞΙΣ / PARALLAXIS”, al lado de improvisadores europeos. Es co-productor del sello Ápice, del que se desprende el disco “Cátedra” de Generación Espontánea, que fue nombrado Disco del Año 2011 por la revista La Tempestad. También dentro de este sello coordinó junto con Ramón del Buey el proyecto de colaboraciones a distancia con músicos mexicanos y europeos “The Marvellous Transatlantic". Es miembro activo del Laboratorio Multidisciplinario Redonda Libre, que enfoca su trabajo y producción artística en la liberación de la isla de Redonda en el Caribe.
Ramón del Buey (Ciudad de México, 1984)
Estudió composición y Letras clásicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Frecuentemente toca clarinete bajo y piano en diversos proyectos de música experimental e improvisación libre con los que se ha presentado en México, Estados Unidos y Europa. Ha interpretado obras de Stockhausen, Sciarrino, Cage, Lucier y Llorenç Barber, entre otros, y colaborado con músicos como Carlos Alegre, Tim Barnes, Alexander Bruck, Chris Cogburn, Alfredo Costa Monteiro, Francesco Dillon, Michel Doneda, Jeph Jerman, Lê Quan Ninh, Wade Matthews, Misha Marks, Wilfrido Terrazas y Darío Bernal, con quien también ha desempeñado labores docentes y de investigación en el área de arte-educación para institutos y fundaciones como Alumnos47, el museo Rufino Tamayo, el Nicho y el instituto para autistas Domus. Es miembro fundador del colectivo Generación Espontánea, con el que grabó, editó y mezcló dos discos, Cátedra y The Marvellous Transatlantic, un proyecto de improvisación y composición a distancia entre músicos mexicanos y europeos. Ha participado en diversos eventos y obras de carácter multidisciplinario con artistas visuales y cineastas como Luz y Fuerza: Cine Expandido, Hermann Nitsch, Matthew Ragan y Pablo Vargas Lugo, para cuyas obras, presentadas en las bienales de Shanghái 2018 y Venecia 2019, escribió tres piezas al lado de Juan Cristóbal Cerrillo. Publicó un breve ensayo sobre la improvisación libre para el festival No Idea de la ciudad de Austin. Actualmente lleva a cabo varios proyectos: una tesis sobre Ulises de James Joyce; la traducción, junto con Luis Cuervo, del tratado sobre la analogía de Enzo Melandri, La línea y el círculo, y otra más del Abecedario de Lê Quan Ninh. Forma parte del proyecto de liberación del Reino de Redonda a bordo de una embarcación de vela con otros músicos, artistas visuales y literatos.
Julián Martínez Vázquez
Actual concertino de la Orquesta Sinfónica de Michoacán, egresó con mención honorífica del Conservatorio de las Rosas bajo la tutela de la maestra Guela Dubrova. Originario de Charapan, Michoacán. Inició desde niño su práctica musical en el grupo de su familia, Los purépechas de Charapan.
Músico ecléctico igualmente comprometido con la música tradicional o con la música de vanguardia, asistió a los cursos de música contemporánea de Darmstadt, Alemania en 2006. Allí mismo fue invitado a integrarse al Ensemble Moderne Akademie de Frankfurt para hacer conciertos en los festivales Klangspuren y Transart de Austria e Italia. En 2008 se trasladó a Friburgo (Ensemble Recherche Akademie) para continuar tomando clases de repertorio contemporáneo con Melisse Mellinger. Especializado en música contemporánea para violín, estrenó en México Corale, de Luciano Berio, y realizó el estreno absoluto de Stain, del compositor iraní Arash Yazdani, además de que suele tocar como solista conciertos de repertorio clásico.
Actualmente forma parte del ensamble Liminar, uno de los grupos más propositivos y activos de la escena musical mexicana, con quienes ha presentado innumerables conciertos de estrenos nacionales o absolutos, además de residencias artísticas, como en la Universidad de Stanford, Red Cat, de Los Angeles, así como en los festivales más importantes de música contemporánea de Nueva York y Berlín.
A su retiro, la maestra Guela Doubrova lo eligió para sucederla en su cátedra, por lo que desde el año 2016 es maestro de violín en el Conservatorio de las Rosas.
En diciembre de 2018 participó en Autoreconstrucción, pieza comisionada por The Kitchen, de Nueva York para la feria de arte contemporáneo Art Basel Miami. La obra en cuestión fue mencionada por The New York Times como una de las 10 piezas más importantes de la feria.